¿Más vale pájaro en mano?
Diseñado por Elizabeth Hargrave, ilustrado por Ana María Martinez Jaramillo, Natalia Rojas y Beth Sobel, de 1 a 5 jugadores. Publicado por Stonemaier Games, editado en español por Maldito Games.
El fenómeno
Hace un par de años salió un juego que se transformó en un fenómeno, trascendiendo los límites del hobby, para ser mencionado en publicaciones como el New York Times y la revista Science. Para mucha gente, que asocia rápidamente este medio con dragones, zombies y robots, la sorpresa provocada por Wingspan y su temática de aves fue mayúscula y con el hábil manejo de redes del presidente de Stonemaier games, Jamey Stegmaier y las propias cualidades del juego claro está, este título despegó y se alzó sobre el resto, si se me permite el chiste fácil.
Quiero primero dejar sentado que yo creo que Wingspan no aporta nada nuevo al hobby. Esto no lo digo como algo negativo. A veces no es necesario innovar, sino hacer las cosas bien. No estamos ante el primer juego sobre aves o de temáticas naturistas, ni ante el primero con estos altísimos niveles de producción ni tampoco ante uno con este rango amplio entre accesibilidad y profundidad en lo que respecta a jugabilidad. ¿Será la hábil combinación de estas tres cosas entonces la responsable del éxito? Porque el punto es que este juego ha entrado en muchísimos más hogares que el juego de autor promedio a los que estamos acostumbrados, vendiendo cientos de miles de copias en todo el mundo. Obvio que está lejos de ser una parte de la cultura popular como lo es Monopoly, o incluso Catan, pero sin duda es un suceso digno de análisis.

¿Será la temática?
Lo que el juego nos propone no es nada rimbombante pero sí cálido e interesante. Nuestro objetivo será llevar adelante un refugio para aves con fines de estudio y conservación. Para esto contamos con un terreno que tiene tres hábitats distintos: bosque, pradera y humedales, en donde trataremos de atraer distintas especies para que vivan en armonía. Existen ciento setenta distintas en el juego y cada cual tiene sus requerimientos a los que deberemos atenernos con el fin de introducirlas en nuestra reserva. El desafío radica en lograr un buen balance entre las especies para que nuestro ecosistema sea un engranaje funcional. El espacio es limitado y solo podremos introducir unas pocas, por lo que habrá que evaluar con cuidado. Cabe mencionar a estas alturas que se trata de un juego competitivo, ya que cada jugador está trabajando en su propio santuario y quien al final lo haya hecho mejor (sí, el que haya hecho más puntos) será el ganador. El cuento engancha, pero para ser sincero , una vez metidos en el juego esa historia queda de lado. Con esto no quiere decir que el juego no aproveche la temática, sino que lo hace en otro sentido. Si de algo no hay duda es que la diseñadora del juego puso mucha pasión en esto. El gigantesco mazo de cartas es una mezcla entre mini enciclopedia y el conjunto de figuritas coleccionables de un albúm. No solo tienen datos de color, como el nombre de la especie, de qué parte del mundo es y un pequeño texto con curiosidades, sino que el resto de la información se aplica a las mecánicas de juego. De qué se alimenta, hábitat natural, envergadura, tipo de nido y cantidad de huevos que pone al año no solo son información esencial a analizar para poder salir adelante en la partida. Además, casi todas las aves aquí plasmadas tienen alguna habilidad especial que está relacionada con sus características. En este punto es donde está la diferencia entre montones de juegos que salen con temáticas naturistas y Wingspan. No te voy a decir que por jugarlo te van a dar un título en ornitología, pero sí que llena ese mismo espacio que tenía aquel libro de animales que mirabas mucho de niño y te hacía creer veterinario y experto en la vida salvaje. Tal vez no podamos hablar de un juego temático en el sentido clásico, pero sí que el amor por el tema está presente, se nota y se transmite.

¿Será la producción?
Si bien todos los datos de las cartas son súper interesantes, además de funcionales, no podemos negar que las ilustraciones son su principal atractivo. Cada una es una bella acuarela que parece sacada de un libro naturista. Tal es así que no es necesario que vaya a jugar para que abra esa caja y me pierda por un rato contemplando las ilustraciones. Les tiendo una invitación para que busquen en redes a las talentosas artistas colombianas que dan vida a las aves de Wingspan, Ana María Martinez Jaramillo y Natalia Rojas. No se van a arrepentir. La calidad del material de las cartas es otro factor de peso, y siendo este básicamente un juego de cartas parece una decisión más que acertada. El tema es que si ustedes ven la caja no dirían a simple vista que estamos ante un juego de cartas.
Cartas de aves Fichas de alimento Torre de dados Huevos
Los niveles de producción elevan el conjunto incorporando una serie de elementos adicionales. Algunos de carácter funcional, otros meramente estéticos. Cada jugador contará con un tablero personal que ayuda a organizar las cartas durante el juego y son un esquema gráfico de las acciones disponibles, sus efectos y sus costos. Además de ser de un cartón grueso, resistente y de gran tamaño, está ilustrado de forma tal que estratifica los tres hábitats donde jugaremos nuestras aves en un apacible paisaje. De remate, por el dorso tiene la apariencia de un estuche de cuero. ¡Un deleite! La cosa no termina acá. Tiene contenedores para otros componentes indispensables como lo son fichas de alimento en cartón y huevos tridimensionales de plástico en atractivos color pastel. Advierto que estos últimos nos son comestibles así que contengan su tentación por favor. Los dados son de madera por si fuera poco y el juego cuenta con una torre por la que tirarlos que se arma en cartón y emula un comedero de aves. Precioso y temático detalle que da presencia al juego en mesa, pero para ser sincero termina por volverse engorroso. Afortunadamente entra armado en la caja por lo que no hay que hacerlo cada vez que se juega, (como cierto árbol que conozco…) La única queja que tengo de los componentes son los pequeños cubos coloreados que cada jugador recibe para marcar las acciones que lleva adelante. Después de toda la parafernalia anterior, querer demostrar modestia en eso parece casi un chiste de mal gusto. Todo este despliegue es un arma de doble filo, ya que un juego que apunta a atraer una gama amplia de consumidores termina por tener un precio bastante elevado. No sabría decir si alguien que no es un aficionado a los juegos consideraría pagar por algo así, teniendo el Scrabble en el supermercado por una fracción mínima del costo. Igual creo que los números de ventas de Wingspan en cierta forma me responden.
¿Será la mecánica?
Centrémonos ahora en cómo se juega. Para que un juego trascienda el nicho de aficionados debe plantear reglas simples y accesibles. Muchas personas no están dispuestas a preparar un examen por el mero hecho de sentarse a divertirse un rato con amigos y familiares. Por otro lado, si no querés dejar afuera a la gente que a priori está dispuesta a pagar por el juego, tiene que ofrecer un reto interesante en lo estratégico. Lograr ese balance no es nada fácil y ahí es donde creo que Wingspan falla. Que no cunda el pánico. No estoy diciendo que sea un mal juego ni mucho menos.
Comenzamos la partida con cinco cartas de aves repartidas al azar, cinco comidas distintas y un par de cartas de objetivos que nos beneficiará con puntos si cumplimos con ciertos criterios al final. Antes de arrancar seleccionaremos cuidadosamente con qué nos quedaremos.

El fin es hacer puntos. Cada ave que logremos bajar tiene un puntaje, y además del objetivo secreto que ya contamos hay puntos por objetivos públicos diversos. A esto le vamos a sumar los huevos que nos sobren y ciertas habilidades que tienen algunos pájaros de almacenar alimento e incluso depredar a otras que también nos premiarán. Más que una ensalada de puntos es un salpicón de ave.
Cartas de objetivos personales Objetivos públicos de cada ronda
El juego se divide en cuatro rondas. Cada ronda a su vez en una serie de turnos en los cuales los jugadores harán una acción de entre cuatro posibles. La primera opción consiste en bajar una carta a nuestro santuario. Para eso pagamos el costo de comida que requiere el ave y la colocamos en el espacio más a la izquierda de la fila del hábitat que le corresponde. Dependiendo de su posición en esa fila puede que el costo incluya agregar algunos huevos. Lo único adicional a tener en cuenta es que algunas aves tienen una habilidad que se activa una única vez al jugarla. Las otras tres acciones están asociadas a estos hábitats. En el Bosque conseguiremos comida del comedero y vamos a elegir de las disponibles en los dados que haya en ese momento. En la pradera vamos a recoger huevos de la reserva y asignarlos a las aves que tenemos en nuestro santuario. En el Humedal vamos a robar nuevas cartas de ave de entre las tres visibles en mesa o las del mazo restante, a suerte y verdad. El tema es que cuantas más aves tengamos en el hábitat, más comida, huevos o cartas vamos a conseguir, por lo que aquí no funciona aquello de “más vale pájaro en mano”. Además, cuando activamos uno de los hábitats, también activaremos las habilidades de todas las aves que hay en él, lo cual puede llevar a una avalancha de oportunidades y beneficios extra si hemos jugado las cartas correctas. Aquí radica el atractivo principal del juego desde el punto de vista mecánico.
Entonces, jugar carta, conseguir comida, conseguir huevos y conseguir más cartas. ¡Esto es un bollo! Pues sí, pero el tema acá son esos combos de cartas. El jugador no familiarizado con estos nuevos diseños se puede llevar una gran sorpresa al descubrir lo intrincado en las opciones. Para que a uno le vaya bien requiere práctica y varios partidos, como cualquier juego en que sus partes funcionan como engranajes. En mi opinión un juego casual no puede apelar a este tipo de mecánicas ya que en muchos casos llevará a la frustración. Por otro lado, al jugador experimentado en este tipo de juegos, el azar lo va a dejar en orsai cuando traté de encontrar las piezas que necesita para su motor en ese gigantesco mazo de cartas o incluso viendo cómo después de media hora el tipo de ave que necesita para su objetivo nunca aparece. La sensación es más la de dejarse llevar por lo que sale antes que la de control sobre el tipo de estrategia que queremos llevar adelante. Si bien el mazo es grande hay que ser sinceros y admitir que hay mucha repetición entre los tipos de habilidades que encontramos. Esto es a favor del juego de cierta forma, ya que en raros casos vamos a estar esperando una carta en concreto, sino más bien una con esas características. Por otro lado también dan ganas de que haya mayor variabilidad por momentos. La pregunta que nos queda entonces es: ¿Para quién es este juego?
Comentarios adicionales
Antes de redondear esto con algunas conclusiones finales me parece pertinente comentar un par de cosas. El juego cuenta con un modo solitario con el clásico estilo de los juegos de Stonemaier Games, donde un mazo de cartas simula una especie de contrincante automático contra el que tendremos que medir habilidades. No acostumbro jugar solitario este estilo de juego así que por el momento les debo mis apreciaciones sobre el mismo. No solo hay una aplicación que ayuda con este sistema automático, sino que a esa se le suma otra para calcular los puntajes finales. Sin embargo la mejor aplicación que pueden adicionar al juego se llama Wingsong: con tan solo mostrarle una carta del juego reproducirá el sonido del ave. Puede ser un viaje de ida. Continuando por el sendero electrónico también hay una versión digital del juego que pueden conseguir en la plataforma Steam que está muy bien lograda y tiene un costo accesible. Tal vez sea la mejor forma de probar el juego antes de comprar el físico. Un detalle final que no quería pasar por alto es que es un juego desarrollado por mujeres, tanto en la parte intelectual de diseño como en el artístico y en un ambiente casi completamente dominado por género masculino esto merece un reconocimiento especial.

¿Lo compro o no?
Sé que parezco un poco ambivalente hablando de Wingspan, pero la verdad es que si bien tiene muchas cosas a resaltar positivas, también tiene aspectos cuestionables en su diseño y mi intención es que las cosas sean claras y cada cual pueda sacar sus propias conclusiones. Si lo que te resulta atractivo es cómo funciona el juego, hay opciones más sencillas que son muy satisfactorias y se pueden jugar con un espectro más amplio de gente como Splendor, por poner un ejemplo que a la postre no te va a dejar el mismo agujero en el bolsillo. Claro que ni de cerca tiene la presencia y atractivo de Wingspan. Si por el contrario buscás esa opulencia pero también un juego que ofrece más oportunidades estratégicas y profundidad, Everdell puede ser la mejor opción. En este caso lo que te va a costar es su accesibilidad, ya que a pesar de su aspecto encantador y familiar estamos ante un juego más complejo de enseñar. En mi opinión, además, la temática naturista tiene un atractivo más amplio. Nunca falta un «adulto responsable» que dé vuelta la cara con asco si le decís que hay un rey ratón o un sapo barquero en el juego. Pero si tratás de tener en un único combo todo el paquete, será difícil encontrar otro exponente como Wingspan, y creo que allí reside su éxito. El juego se explica rápidamente, su atractiva presencia deslumbra, la temática atrae y cuando un combo de cartas sale bien, la satisfacción en el logro se siente. Solo que no hay que esperar que este llegue por una estrategia sólida o por una racha de suerte.